Meritocracia.
Una de las cosas que más
poderosamente llamaron mi atención cuando; de manera un tanto peculiar; llegué
a Qarpadia, fue la curiosa organización social mediante la cual se regían sus
pobladores. Lo que mayor impacto suele causar siempre a los ojos del profano es
el marcado contraste que tiende a manifestarse entre los dos estratos
distintivos (dominantes y sometidos) que conforman dicho orden. Pero; si bien, en
ese primer momento, quedamos sobrecogidos por el alcance vital que conlleva el
hecho de tener que asumir alguno de esos dos roles; resulta que son otro tipo
de “peculiaridades” las que, a la
postre, vienen a definir los pilares sobre los cuales se sustenta la
organización efectiva de toda esta comunidad. Resulta algo difícil de explicar cuando
no se está inmerso en ese “sistema”
(y más aún para un recién llegado, como es mi caso), pero intentaré, al menos, describiros los rudimentos y la esencia de
esa estructura colectiva para que podáis haceros una idea aproximada de cuál es
su funcionamiento.
Para empezar, en Qarpadia no se
confía demasiado en que los méritos académicos resulte un marcador fiable en el
momento de determinar la valía profesional de un determinado individuo. Esto no
quiere decir que no se impulsen medidas encaminadas a la obtención de un
aprendizaje de amplio rango y a la consecución de un currículo formativo
notable (muy al contrario, se fomentan multitud de medidas destinadas a
implementar todo lo relacionado con el estudio y la investigación). No
obstante, la ausencia de intereses económicos o de carácter mercantil (Qarpadia
carece de un sistema monetario); unido al singular “vasallaje” que impera en su configuración de estado; favorece un
sistema de reparto del trabajo más flexible donde resulta posible emplazar a la
persona más adecuada para cada puesto sin necesidad de tener en cuenta
estrategias de mercado o clientelismos de naturaleza comercial.
No es posible albergar duda
alguna sobre la extrañeza que este orden de cosas causa entre quienes toman conciencia
de esta realidad por primera vez; pero aún produce mayor desconcierto cuando se
constata que no existe una relación directa entre el rol definitorio de cada
persona y la labor que desempeña en el seno de la colectividad. Dicho de otro
modo: no resultaría demasiado atípico toparse con un “preeminente” que tuviera a su cargo, por ejemplo, el
mantenimiento y cuidado de una zona ajardinada
de uso común y, frente a esta circunstancia, descubrir que la persona a
responsable de la gestión sanitaria de toda una región fuera miembro de la
clase “servil”. El tipo de actividad que
se venga realizando no se asimila a ningún “status”
concreto ni, tampoco, se considera que el desempeño de una labor determinada
haya de ser (por sí mismo) un signo de prestigio. Lo que en realidad prima bajo
el “enfoque qarpadio” son el empeño y
los resultados del mismo; esas, y no otras, son las referencias que emplean
como baremo. También las cosas sencillas pueden ser objeto de reconocimiento
cuando están bien hechas.
Antes ya hice una breve alusión
en relación a la flexibilidad organizativa que les confiere este sistema, pero…,
antes de terminar, me gustaría extenderme un poquito más en relación a este extremo.
Que se procure asignar un
determinado puesto profesional entre aquellas personas mejor capacitadas para
ocuparlo, no se traduce en una obligación insoslayable a permanecer ligados de
por vida al desempeño de una única función. La rutina puede proporcionar una
cierta seguridad y ayudar a adquirir esa soltura que se deriva de la
experiencia. Pero esa misma rutina, a la larga, va estrechando nuestras miras y
nos hace proclives al inmovilismo. Por otro lado…, no es demasiado frecuente
toparse con individuos a los que se les den bien muchas cosas, pero también es
bastante raro encontrarse con gente a la que sólo se le dé bien una. Esa es una
de las razones por las que en Qarpadia suele ponerse en práctica un organizado sistema
de “rotaciones” que favorece, no sólo mantener vivo el interés, sino que
proporciona al conjunto de la sociedad un contingente de población notablemente
versátil y capaz de asumir,
razonablemente rápido, tareas de distinta índole en caso de necesidad.
La otra razón es el descenso de
eficacia que se produce en terminados trabajos en función a la edad de quien lo
desempeñe. Si se ha de permanecer expuestos a las inclemencias meteorológicas
durante largos periodos, realizar prolongados esfuerzos de naturaleza física o
verse sometidos a un alto y continuado grado de estrés… no es lo mismo,
indudablemente, hacerlo con veinte años que hacerlo con sesenta. La irrebatible
lógica de este planteamiento aconseja, por lo tanto, ir derivando entre
diversos puestos, teniendo en cuenta los cambios a los que, como seres humanos,
nos vemos abocados por razones de longevidad. Además, este método de actuación
ayuda a poner coto a muchas de las dolencias de origen profesional que suelen
ir apareciendo con el paso del tiempo.
Ahora sí. Para acabar, por si os
lo estabais preguntando, el desempeño de los cargos ejecutivos también se rigen
por estas normas que os he estado apuntando, pero como intervienen muchos otros
factores (como pueden ser, entre otros, los métodos electivos, el traspaso de poderes,
los plazos de vigencia o los límites jurisdiccionales) dejaré para más adelante
las referencias acerca de esta cuestión. Únicamente apuntar que…, en Qarpadia,
como en cualquier otro destino al que hubiera que incorporarse, también a los garantes
del orden y el bien general se les exige un alto grado de excelencia.
Leyendote echo de menos en nuestro dia a dia muchas de las cosas que rigen Qarpadia, donde parece que impera el sentido común y se puede vivir de acuerdo al sentir y las cualidades de cada individuo.
ResponderEliminarMe llevas por unos dias alli???...
Precioso texto naciente de Tu mente, de Tus anhelos y Tu experiencia.
Besines dulces
A Tus pies
Qarpadia resulta " atípica" en muchos sentidos y tal vez esa sea una de las razones por las que...; al menos en relación a algunos aspectos; se suele tener tan presente "el menos común de los sentidos".
EliminarUn beso y un azote, mi dulce y "utópica" sierva.