Intrascendencia.


Imaginemos un mundo muy parecido a este nuestro;
impregnado por su mismos colores, olores…, sabores;
poblado por las mismas gentes que transitan nuestras calles
y regido por idénticas leyes físicas a las que, día tras día, nos plegamos.

Imaginemos que todo es igual excepto una cosa:
la insufrible opacidad que nos dicta la apariencia
y; aún a sabiendas del necesario protocolo que al vivir en sociedad se nos exige;
que se pudiera erradicar la vacía pretensión de poseer lo superfluo.

No digo ya que no existan parcelas donde disipar brevemente nuestros compromisos;
como si fueran las embajadas de exóticas y pintorescas naciones;
pero…,  de ahí a permitir que tales estadios se conviertan en un “TODO”
dista no solo un buen trecho, sino, más bien, un abismo.

Si pudiéramos desprendernos de todo cuanto hay de inútil y prescindible,
si no nos estuviéramos viendo constantemente abocados a abrazar la futilidad,
cuan sencillos se tornarían muchos de nuestros actos más cotidianos
y con qué facilidad descifraríamos las claves que, con tanta insistencia, se nos muestran.

En la lucha por ocupar el podio de lo irrelevante,
derrochamos nuestras energías en una competición absurda
que tan solo nos reporta una admiración contaminada por una malsana envidia
y donde el mérito es escaso por no decir que está ausente.

Construyamos ese mundo; paralelo si se quiere;
donde las normas se dicten en consonancia al presente
sin arrebatos insulsos ni deseos intrascendentes;
donde todos seamos uno y… cada uno diferente.


Comentarios

  1. Quisiera pertenecer a ese mundo que en Tus letras diseñas, olvidar todo aquello que en lo absurdo nos obliga a mirar a través de esos ojos volcados en la agónica posesión de esos bienes que, muy al contrario de ofrecernos bienestar, nos atan al ansia inagotable del querer.

    Duele contemplar cuantas cosas hay a nuestro alrededor movidas por esa rueda que parece no detenerse, en un carrusel de mentiras, envidias y falsas expectativas, que te llevan a decepcionarte de aquello en que habías puesto la esperanza creyendo que sería distinto.

    En ocasiones, cierro los ojos y trato de imaginar que todo es distinto, que esas palabras, esos gestos o esas malsanas intenciones no son en realidad como claramente se presentan, porque creo no ser capaz de respirar en este ambiente contaminado de dobleces y apariencias, necesito respirar la paz de mi esencia sin impactos externos.

    No soy nadie para juzgar, y yo misma fallo a eso mismo que detesto movida en ocasiones por el egoísmo, el miedo, la inseguridad o por la corriente que me arrastra cuando me hallo débil, hasta que mi propio pesar me despierta y reacciono volviendo a mi naturaleza.

    No quiero ser negativa, pero últimamente tengo que batallar en demasía con muchas de las cosas que describes en Tus letras y compruebo en mi propio ser lo duro que es vivirlo y tratar de mantenerse a flote entre todo ese maremágnum, sin perder el aliento.

    Poco puedo hacer por ese mundo que deseo, pero permanecer inmóvil seguro que no ayuda, así que trato de poner mi granito para construir ese mundo donde vivir movidos por los sentimientos nobles, donde la felicidad de uno no interfiera en la de los demás, donde vivir mis necesidades y sueños sin dañar a nadie y, donde compartir cuanto soy no sea acogido como una agresión sino que el respeto abra nuestras miras.

    Es complicada la corriente en que nos movemos, pero me apunto a construir ese mundo deseado junto a Ti...y seguro no somos los únicos...

    Una realidad que embellece con Tus palabras, una vez más....un placer leerte.

    Besos dulces
    A Tus pies

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    Respuestas
    1. Si tu deseo es compartir conmigo el esfuerzo de dar forma a esa visión alternativa, no cometeré el error de fomentar lo que critico y, huyendo de cualquier atisbo de vacuidad, tan solo diré:

      "Bienvenida a un nuevo mundo".

      Un beso y un azote, mi dulce sierva pionera.

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