Ready or not.


Cuando se afrontan nuevos desafíos, cuando se da inicio a etapas que poco o nada tienen que ver con aquellas que hemos vivido con anterioridad, quien más quien menos, todos somos conscientes de la necesidad de adquirir ciertos compromisos.

Esto, que dicho así puede parecer una obviedad, no deja de ser un hecho bastante ignorado por un buen número de personas; y cuando digo “ignorado” no me estoy refiriendo a que resulte algo desconocido, sino, más bien, algo que se suele dejar de lado de forma premeditada mientras se abriga una vaga esperanza de que los demás no se percaten de ello.

La actitud aquí descrita, se manifiesta en todos y cada uno de los escenarios vitales por los que transcurre nuestra existencia como individuos, y dentro del ámbito bdsm me atrevería a decir que aparece con más frecuencia de la que sería conveniente.

Por esa razón, cuando alguien; independientemente de cuál haya sido su bagaje anterior o el rol por el que se sienta atraído; decide iniciar una relación de este tipo (más aún si es la primera vez que lo hace), ha de pensar que va a tener que hacer frente a un sinfín de conceptos y situaciones que desconoce, y; como cualquiera con un mínimo de experiencia podría indicarle; aquello a lo que más difícil resulta adaptarse es, precisamente, aquello con lo que, en principio, no esperábamos encontrarnos.


En el caso de muchos dominantes, suele pensarse que basta con hacer gala de una actitud autoritaria y ordenar a capricho sin necesidad de calibrar demasiado las consecuencias. Dentro del colectivo sumiso, por contra, muchas veces se suele dar por sentado que basta con contar con una resistencia física a prueba de bomba (cosa que, sinceramente, no suele darse con excesiva frecuencia) descuidando, en demasiadas ocasiones, otros aspectos de la sumisión que, tal vez, revistan mayor importancia.

La estandarización que el bdsm está experimentando de un tiempo a esta parte no ayuda demasiado a comprender; o, tan siquiera, a conocer; la cantidad de matices que se esconden tras una relación de estas características.

Así sucede que no pocos dominantes se sienten frustrados a las primeras de cambio, y no por la abierta rebeldía que pudieran manifestarles sus discípulos (que también), sino, simplemente, porque se percatan de la ingente cantidad de tiempo y dedicación que estos requieren antes de poder deleitarse con los frutos de su aprendizaje. Una cosa es compartir con alguien una escena aislada aderezada con ciertos tintes “sado-maso” y otra muy distinta pretender crear una relación sólida, profunda e intensa, sin tener en cuenta todos los factores que lleva aparejados. Quienes se sientan tentados por la engañosa sencillez que se desprende de la dominación, sepan que; al contrario de lo que pudiera parecer; esconde más de una renuncia a apetencias y caprichos puntuales, aunque, eso sí, compense a largo plazo.

 Por otra parte, desde el ámbito sumiso, no dejan de existir, también, un buen número de conceptos preconcebidos. Muchas de las luchas iníciales que se gestan en una relación D/s se deben a que los dominantes tienen que bregar con esas ideas que se han ido aceptando con anterioridad. Fijaros que hago hincapié en las “ideas” y no en el “carácter” pues, si bien las primeras pueden obedecer a toda una serie de influencias externas, el segundo está directamente entroncado con la esencia personal de cada cual y, por lo tanto, de ser necesario incidir sobre ese aspecto para que alguien pueda sentir la sumisión, significaría, sencillamente, que ese persona no es sumisa.


No obstante, aunque sí se dé una necesidad previa en el sentido de “someterse”, no por ello estaría todo hecho y ese suele ser un error bastante común entre las personas de tendencias sumisas: “Yo me ofrezco, tú búscate la vida”. Lo cierto es que; con argumentos de ese tipo, resulta bastante difícil llegar a ningún sitio; más aún si se manifiesta esa querencia tan cómoda y extendida de: “Si no lo hago bien es porque no me han sabido enseñar”. Esto; que ocasiones resulta muy cierto; no puede convertirse en un recurso fácil para “romper la baraja en mitad de una partida”. Los riesgos, al igual que los beneficios, han de ser asumidos por ambas partes sin que por ello aparezcan dudas acerca de cuál es el lugar que han de ocupar.

Como no me quiero extender sobre esta cuestión haciendo un acopio desproporcionado de ejemplos, decir que; con estos que he dejado expuestos; ya presupongo suficientemente ilustrado el fondo de un tema que, en resumidas cuentas, podría sintetizarse así:

Antes de que alguien pueda afirmar con rotundidad que está preparado para implicarse “completamente” en una relación de carácter D/s, sería conveniente que se cerciorara de si su “seguridad” parte de unos supuestos demasiado simplistas o de unas ilusiones con una sobredosis de romanticismo (por no hablar de puro y simple morbo). Casi todo puede tener cabida dentro del bdsm, pero lo que no se debe olvidar es que; para poder vivirlo en plenitud; lo que nunca faltará es trabajo… ¡¡muuucho trabajo!!!


¿Os seguís sintiendo realmente preparados? Pues, entonces…, ¡¡¡adelante!!!


Un saludo a todos.


Comentarios

  1. Como siempre son muchos los factores que inciden durante cualquier nuevo proceso al que nos pretendemos enfrentar, pero creo que lo primero que debemos asegurarnos es de que realmente queremos seguir ese proceso, del convencimiento de que ello es para nosotros, y no se trata de un capricho pasajero motivado por una deslumbrante imagen.
     
    Para ello, en soledad, tenemos que valorar que nuestro corazón y nuestra mente se hallan en comunión y no lanzarnos a algo únicamente por los influjos externos que nos llegan.
     
    Cuando se desconoce el camino es difícil, diría que casi imposible valorar pros y contras, pero si deberíamos asumir que en función del desconocimiento que tengamos en la materia el esfuerzo será proporcional a este, y cuando se trata, como en este caso, de cosas no tan tangibles, en las que el esfuerzo no da frutos de inmediato, y que, además no dependen solo de nosotros, sino de quien nos complementa, hace aún más compleja la mezcla.
     
    Como bien dices existe un error muy común, en el que las sumisa creemos que con decir “me entrego”, ”soy Tuya” ya es labor del Dominante someternos y conseguir que sintamos los beneficios de ello sin enfrentarnos al trabajo que ello supone, y el Dominante cree que con su sola presencia tiene que ser servido a la perfección simplemente porque lo merece y para eso está la sumisa.
     
    Tanto uno como otro debe trabajar en esa unión, debe conocerse y conocer al otro, ir fundiendo sus querencias y trabajar unidos en ese proyecto común que llevará a lo que ambos desean, uno servir y otro ser servido.
     
    A veces, puede suceder que nos embarcamos en proyectos que creemos poder asumir, que sentimos que seremos capaces de alcanzar esa meta, pero luego vemos que no va con nosotros que nos equivocamos en el planteamiento, y  aunque en este caso sea complicado porque este proyecto no es individual, lo importante es ser sinceros, con nosotros mismos y con el que comparte nuestro proyectado sueño, y aunque siempre sea doloroso, cuando nada se ha hecho con mala intención y siempre se ha ido paso a paso sin malicia, se puede reconducir, o incluso, si fuese necesario, apartar para continuar por otra senda.
     
    Ahora bien, y ya acabo que me enrollo, lo que no podemos hacer es rendirnos ante cada reto que requiera de nuestro esfuerzo, pretender que sea todo coser y cantar y, a la mínima abandonar y recomenzar de nuevo, pues no solo en este proyecto sino en todo, habrá momentos mejores y peores, disfrutando los buenos y creciendo en los menos buenos…
     
    No pierdo de vista por eso, que es necesaria una buena madera para que el artesano pueda tallar su obra, y es necesario un buen artesano para crear a través de una materia prima. Cuanto mejor sea el artesano y la materia la obra será más bella, pero…¿Quién valora el arte?¿quién puede decir que una obra es mejor que otra?...cuestión de gustos…y en este caso…cuestión de dos…Dominante y sometido…
     
    Perdona por el rollo, me ha parecido un post muy bueno y…me apetecía compartir mi pensar, aunque Tu bien lo sabes…
     
    Feliz dia mi Señor
    Besos dulces
    A Tus pies

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    Respuestas
    1. Así es, sin duda, como muy bien expones con el símil del artista y su obra; solo que la obra también tiene bastante que aportar y que decir.

      Para que un diamante pueda lucir elegante y hermoso, primero habrá que cortarlo con mucho cuidado y pulirlo con esmero. No obstante, por mucho que se aplique el mismo tratamiento sobre el circonio, seguirá siendo circonio; aunque, claro, puede haber quien le otorgue también determinados atractivos. Como también has apuntado..., a veces todo se reduce a una mera "cuestión de gustos", lo cual no resta un ápice de importancia al trabajo y el esfuerzo empleados en lograr esas metas personales.

      Un beso y un azote, mi dulce e indagadora sierva.

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